Apóstol chileno de la privatización de pensiones deja su huella en planes de la Casa Blanca

Por Matt Moffett
[The Wall Street Journal, 3 de marzo, 2005] [In English]

SANTIAGO DE CHILE. En enero de este año, cuando Eslovaquia comenzó a permitir que sus trabajadores asignaran un 9% de sus salarios a cuentas de ahorros individuales, José Piñera clavó otro alfiler rojo en un mapa en el que registra el avance de los programas de seguridad social privada en el mundo.

A principios de los 80, Piñera fue pionero de las cuentas privadas cuando fue ministro del Trabajo de Chile y desde entonces ha servido como asesor informal de alrededor de veinte países que las han adoptado. Mientras Eslovaquia debatía el plan de privatización en los últimos años, Piñera visitó el país dos veces para reunirse con legisladores y funcionarios del gobierno y recibió a una delegación eslovaca de alto nivel en Chile.

Una vez que la propuesta fue aprobada por el Parlamento, el Ministro del Trabajo Ludovit Kanik le escribió a José Piñera una carta diciendo: “Su visita a Eslovaquia inició un intenso debate acerca de la reforma de las pensiones e influyó enormemente en la generación de un clima político favorable”.

Lo ocurrido con Eslovaquia fue algo común en la vida de José Piñera, el hijo de un ex embajador chileno en las Naciones Unidas, que se ha convertido en el flautista de Hamelin de las reformas de pensiones a nivel global. Este hombre de 56 años combina los conocimientos prácticos de un economista educado en la Universidad de Harvard con un estilo proselitista que indujo a la revista chilena Capital a llamarlo "José el Evangelista".

Durante años, esas cualidades han ayudado a Piñera a influir en gobiernos de todo tipo de ideología. Ha sido consultado por el gobierno conservador de Margaret Thatcher en el Reino Unido como por los socialistas de Suecia y el gobierno de Solidaridad de Polonia.

Los republicanos estadounidenses también buscaron su asesoría, incluyendo a George W. Bush cuando era gobernador de Texas. En 1997, Bush invitó al economista chileno a Austin, Texas, para una cena en la mansión del gobernador. "Basándome en su concentración en el tema, su lenguaje corporal y sus preguntas muy relevantes, supe inmediatamente que Bush había entendido por completo la esencia de mi idea: que la reforma de la seguridad social puede ser usada tanto para proveer una jubilación decente, como para crear un mundo de trabajadores-capitalistas, una sociedad de propietarios", recuerda Piñera, que dice ser un admirador de Bush. "Estaba tan entusiasmado que al final me susurró al oído con una sonrisa, 'Vaya, cuéntele todo esto a mi hermano menor en Florida. A él también le entusiasmará'”, dijo Piñera.

Ahora, Piñera está inmerso a fondo en el debate norteamericano sobre el plan del gobierno Bush de introducir cuentas personales. Dividiendo su tiempo entre Chile y Washington, ha estado escribiendo artículos de opinión, reuniéndose con senadores en Capitol Hill, y hablando en el Cato Institute, un think tank libertario. Piñera no le hace “consultorías” a los gobiernos, sino que considera su trabajo como parte de una “misión, una vocación, un deber moral”.

Piñera sostiene que el sistema de seguridad social estadounidense se dirige hacia una crisis, con un menguante número de trabajadores que sostiene a un creciente número de jubilados. "Los factores demográficos son determinantes", escribió recientemente en SocialSecurityChoice.org, un sitio en favor de la privatización. "Si los americanos no quieren tener más hijos, tendrán que colocar dinero en una cuenta personal de retiro". Piñera sostiene que, además de sus ventajas económicas, las cuentas personales de retiro atenuan la cultura de la dependencia en los gobiernos y promueven una mayor responsabilidad individual.

"Me parece que es el defensor más fuerte, razonado y convincente de las cuentas personales", dice el senador del partido republicano John E. Sununu, de Nueva Hampshire, que planea reintroducir legislación para crear cuentas privadas similares a las que defiende Piñera. Sununu sostiene que cuando el economista chileno visitó New Hampshire hace dos años, estableció una relación con la gente hablándoles de “valores y ahorro para una vejez segura, y esperanzas y aspiraciones para sus hijos y nietos".

Incluso Gene Sperling, quien fue asesor del presidente Clinton para políticas domésticas y es un agudo crítico de privatizar la Seguridad Social, llama a José Piñera “un defensor apasionado y convincente”. En 1998 Piñera fue invitado por el gobierno Clinton a dar una conferencia en la Cumbre de la Casa Blanca sobre Seguridad Social.

El Centro Internacional para la Reforma de las Pensiones de Piñera es en esencia el proyecto de una sola persona, y opera desde un edificio en Santiago parecido al edificio Chrysler en Nueva York. El Centro paga sus costos con lo que el economista chileno gana por dictar conferencias a nivel internacional, lo que le permite a José Piñera no cobrar por su trabajo de ayuda a los gobiernos del mundo y así le da plena libertad para expresar su pensamiento.

Después de reunirse con el presidente de Rusia Vladimir Putin por cuatro horas en su dacha en mayo del año pasado, Piñera escribió un artículo en el Moscow Times alabando el énfasis del líder ruso en lograr un crecimiento económico acelerado pero también dijo francamente que Putin no debía intentar un tercer período presidencial. Para ello citó al poeta ruso Alexander Pushkin: "Oh, reyes, Uds. deben su corona y poder/ a la Ley, no a un regalo de la naturaleza”.

Piñera dice que los ex países comunistas de Europa son especialmente receptivos a sus ideas porque “ellos conocen el colectivismo y la falta de dignidad de un sistema monopolístico”.

Pero en algunos de los países donde se han adoptado las cuentas individuales, como Argentina y Bolivia, ha habido problemas. Piñera enfatiza que los problemas han sido fruto de la ejecución deficiente, y no de la idea misma. "Si se hace una reforma a medias, se logran resultados a medias", dice Piñera. “Pero aun así es mejor avanzar algo en la dirección correcta que no hacer nada”.

Para algunos, la labor innovadora de Piñera en Chile se ha visto empañada por el hecho de que fue realizada bajo el gobierno del General Augusto Pinochet. Piñera, que se encontraba impartiendo clases en Harvard en 1973 cuando el golpe de Estado encabezado por el General Pinochet derrocó a un gobierno marxista elegido democráticamente, dice que no tiene duda alguna de que su regreso al país fue la decisión correcta.

José Piñera afirma que "el mundo es imperfecto, y el coraje moral no consiste entonces en quedarse en universidades o en el extranjero criticando a los hombres que se la juegan en la vida pública, sino en atreverse a integrar gobiernos imperfectos, darlos vuelta con todas las dificultades imaginables, y lograr entregar libertad y democracia”.

 

 

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