NIALL FERGUSON SOBRE EL SISTEMA DE CAPITALIZACIÓN CHILENO: “EL DESAFIO MAS PROFUNDO DEL ESTADO DE BIENESTAR EN UNA GENERACION. THATCHER Y REAGAN VINIERON DESPUES”

(Extractos del libro “The Ascent of Money. A financial history of the World”, por Niall Ferguson, Penguin Books, 2008, pp. 212-219.)

Las medidas más radicales en Chile, sin embargo, provendrían de un estudiante de la Universidad Católica que optó por estudiar en Harvard en vez de Chicago. Lo que él tuvo en mente resultó ser el desafío más profundo al Estado de bienestar en una generación. Thatcher y Reagan vinieron después. El punto de inflexión contra el Estado de bienestar comenzó en Chile.

Para José Piñera, quien tenía 24 años cuando Pinochet se tomó el poder, la invitación de retomar a Chile le planteaba un dilema angustiante. El comprendía la naturaleza imperfecta del régimen de Pinochet. Sin embargo, creía en la oportunidad de poner en práctica ideas que habían estado tomando forma en su mente, desde su arribo a Boston. La clave, pensaba Piñera, no era sólo reducir la inflación. Era esencial fomentar el vínculo entre los derechos de propiedad y los derechos políticos, lo que había sido el corazón del exitoso experimento norteamericano con la democracia capitalista.

No había forma más segura de hacerlo que realizar un cambio radical al Estado de bienestar, comenzando con el sistema de pensiones manejado por el Estado. Así veía Piñera las cosas: “Lo que había comenzado como un sistema de seguros de gran escala se había convertido simplemente en un sistema impositivo de reparto, en el que las contribuciones de ahora son usadas para pagar los beneficios de ahora, en vez de acumular un fondo para su uso futuro. Pero este enfoque está arraigado en una falsa concepción sobre el comportamiento de los seres humanos. Destruye, a nivel individual, el vínculo entre contribución y beneficios en otras palabras, entre esfuerzo y recompensa. Dondequiera que esto ocurra en una escala masiva y durante un largo período de tiempo, el resultado final es el desastre”.

Entre 1979 y 1981, como Ministro del Trabajo y Previsión Social (y posteriormente Ministro de Minería), Piñera creó un sistema de pensiones radicalmente nuevo para Chile, ofreciéndole a cada trabajador la opción de salirse del sistema de pensiones estatal. En vez de pagar un impuesto al trabajo, tendrían que colocar una suma equivalente (10% de sus sueldos) en una cuenta de jubilación personal, la que sería administrada por empresas privadas y competidoras, conocidas como Administradoras de Fondos de Pensiones. Al llegar a la edad de jubilación, el participante retiraría su dinero y lo usaría para comprar una anualidad o si lo prefería podría seguir trabajando y contribuyendo. Además de la pensión, el plan también incluía seguros por invalidez y de vida. La idea era darle al trabajador chileno la noción de que el dinero ahorrado era de verdad capital de su propiedad…

La reforma a las pensiones no sólo creó una nueva clase de propietarios, cada uno con sus ahorros para jubilarse. También le dio a la economía chilena una masiva inoculación dado que su efecto fue aumentar significativamente la tasa de ahorro (hasta un 30% del PIB, en 1989, la más alta de Améri ca Latina)…

Un signo del éxito de Chile es que las reformas a las pensiones han sido imitadas a lo largo del continente, y por cierto en todo el mundo. Bolivia, El Sa1vador y México copiaron el sistema al pie de la letra. Perú y Colombia introdujeron pensiones de capitalización como una alternativa al sistema estatal. Kazajstán también ha seguido el ejemplo chileno. Incluso miembros del Parlamento británico han abierto un camino desde Westminster a la puerta de Piñera. La ironía es que la reforma chilena ha sido mucho más radical que todo lo que se ha intentado en Estados Unidos, el corazón de las economías de libre mercado.

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