Cartero de Neruda

por José Piñera

[French] [Italian] [English]

No fue en Capri sino en Isla Negra donde tuve, hace ya muchos años, el honor de ser "cartero" de Neruda. Recordé el hecho, con nostalgia, al ver "Il Postino", la notable versión cinematográfica de la novela de Antonio Skármeta -"Ardiente paciencia"- sobre la relación entre el poeta en exilio y el joven cartero enamorado.

Durante mis años universitarios, el verano chileno era para mí el invierno de Nueva York. Como Embajador de Chile en Naciones Unidas, mi padre vivió en esa fabulosa ciudad desde 1966 a 1970. Poco antes de Navidad viajaba todos los años a Estados Unidos a compartir con mi familia las vacaciones.

Fue a principios de 1970 cuando un día mi padre me confesó que se sentía culpable pues no había podido enviarle un libro a Pablo Neruda. Resulta que una editorial norteamericana había publicado, en inglés, el Canto General en una edición especialísima, y había enviado aquél con las ilustraciones originales del gran artista mexicano Siqueiros a la Embajada para que se le hiciera llegar a Neruda en Chile.

Cuando vi el libro quedé maravillado. Ellos siempre me han fascinado y éste era una verdadera obra de arte. Además, compartía lo que dijera García Lorca: "la poesía de Pablo Neruda se levanta con un tono nunca igualado en América, de pasión, de ternura y de sinceridad".

Quizás allí leí por primera vez esos versos del Canto General que tanto me impactaron, y con los cuales años más tarde-en 1993- abriera la franja televisiva para explicar mi candidatura testimonial, como independiente, a la Presidencia de Chile:

"Pero yo amo hasta las raíces
de mi pequeño país frío.
Si tuviera que morir mil veces
allí quiero morir,
si tuviera que nacer mil veces
allí quiero nacer,
cerca de la araucaria salvaje,
del vendaval del viento sur,
de las campanas recién compradas".


El problema es que era un libro gigante y habían fracasado todas las gestiones para trasladarlo a Chile con la seguridad que requería algo tan valioso. Cuando ya se acababa febrero, llega la revista Ercilla con una columna de Pablo Neruda en la que el poeta se lamenta: "En Nueva York salió un libro grandísimo, el Canto General en traducción de Ben Belitt, con ilustraciones de Siqueiros. El libro tiene -me dicen- cerca de un metro cuadrado. ¿Y cómo es? No lo he visto. No cabe en los correos. Lo rechazan las aduanas. Sobrepasa las valijas."

Tras leer estas líneas sentí el llamado a convertirme en un "cartero internacional". Decidí que llevaría el libro conmigo a mi regreso. Como no podía enviarlo en la carga del avión, viajé toda la noche aferrado a él. Todavía recuerdo las catorce horas de vuelo con este pesado libro sobre mis rodillas.

Ya en Santiago llamé con nerviosismo a la casa de Neruda en Isla Negra para anunciar que el libro no lo habían "rechazado las aduanas" y para ofrecer entregarlo personalmente al poeta. Como al postino de Skármeta, a mí no me atraía el poeta "del popolo" sino el poeta "dell' amore".

Me contestó Matilde Urrutia, quien se alegró mucho y me invitó a entregarlo en su casa frente al Pacífico. Pablo Neruda me recibió, agradecido, como si tuviera todo el tiempo del mundo para este jóven estudiante. Habló larga y ensimismadamente. De su memoria prodigiosa y corpulenta fue sacando numerosos cuentos de sus andanzas por el mundo. Como un capitán sobre la proa de su barco enfilado al rumoroso Pacífico, me contó una historia tras otra. El mar golpeando fuerte era una presencia constante, y yo quede convencido de que sólo este Neptuno terrestre era capaz de ser su custodio, como lo sugiere en "Una Casa en la Arena":

"El Océano Pacífico se salía del mapa.
No había dónde ponerlo.
Era tan grande, caótico y azul que no encajaba en ninguna parte.
Por eso lo dejaron frente a mi ventana"

Por fin, Neruda me llevó a su bar, y nos quedamos allí hasta bien entrada la noche, rodeado de un arco iris de botellas y perdido en los cuentos, cuyo color y abundancia superaba incluso a aquella de las botellas.

En ese entonces, yo estaba bastante orgulloso de mi papel de "cartero de Neruda". Pero con el tiempo llegue a la conclusión de que el verdadero "cartero" fue Pablo Neruda. Nuestro gran poeta tomaba 'paquetes' de los espíritus elementales de nuestro querido Chile y los repartía por el mundo. Su poesía fue una carta de amor a la vida y a la gente del mundo. Como escribió en "Los Versos del Capitán":

"Y así esta carta se termina
sin ninguna tristeza:
están firmes mis pies sobre la tierra,
mi mano escribe esta carta en el camino,
y en medio de la vida estaré
siempre
junto al amigo, frente al enemigo,
con tu nombre en la boca
y un beso que jamás
se apartó de la tuya".



PD1. Tras preguntar por el destino de este libro, recibí esta amable carta de Tamara Waldspurger, directora de Bibliotecas y Archivos: "Respondo a su inquietud respecto a un libro que Ud. entregara personalmente a Pablo Neruda en Isla Negra. Este gran ejemplar --'cerca de un metro cuadrado'-- está en la Biblioteca Especializada de la Fundación Neruda. Corresponde a una selección de poemas de Canto General traducidos al inglés por Ben Belitt y publicado en Nueva York. Viene con litografías originales de David Alfaro Siqueiros y es el ejemplar XVI de XXV".

PD2. En la vida viajera que implica mi cruzada mundial por la libertad, fui invitado en 1999 a participar, junto con el sociólogo francés Alain Touraine en un panel del "Encuentro anual de jóvenes empresarios" de Italia en la maravillosa isla de Capri. Como nos quedamos tres días en la misma isla donde Neruda escribió "Los Versos del Capitán", decidí utilizar el tiempo libre para encontrar la casa que les había prestado Erwin Cerio y habían compartido con Matilde. No fue fácil pues ya nadie se acordaba y me enviaban una y otra vez a la casa de Gorky, la cual no me interesaba. Finalmente la encontré: casa 14-B en la Vía Tragara, a aprox. 500 metros del Hotel Quisisana donde era el encuentro. Le comenté este descubrimiemto a las autoridades italianas que estaban en la conferencia y hoy existe una placa "Pablo Neruda" en la Vía Tragara destacando que allí vivió Neruda.

2010 © www.josepinera.org