ECONOMIA Y SOCIEDAD EN INTERNET
27 de Enero, 1999

LA CUBA DE FIDEL 
por José Piñera

El periodista Tunku Varadarajan describe así a Cuba tras 40 años de comunismo:

"Veinte vuelos a la semana parten desde España con destino a La Habana. Transportan al año a doscientos mil turistas solteros con destino a la isla del Caribe. Casi todos buscan lo mismo: compañía femenina por unos días. La empobrecida Cuba de Castro es ahora el Bangkok de lengua hispana. Cuba era conocida como el burdel de los yanquis. Ahora, rápidamente, se está transformando en el burdel de los españoles".

La Cuba de fines de los años 50, oprimida por el general Fulgencio Batista (admirador del dictador italiano Benito Mussolini), clamaba por la Revolución Americana, aquella fundada en la premisa de que todos los hombres nacen iguales en sus sagrados derechos a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.

De allí que cuando el 1 de enero de 1959, entró a La Habana Fidel Castro y su banda de guerrilleros, hubo una ola mundial de expectación. Pero el comandante no siguió a Adam Smith y Thomas Jefferson, sino a Carlos Marx y Vladimir Lenin. La Revolución Comunista Cubana es hoy sinónimo de pobreza y muerte.

Al año de estar en el poder, Fidel Castro sostuvo que el ejemplo de Cuba convertiría a la Cordillera de los Andes en la Sierra Maestra hemisférica. La guerra a las democracias latinoamericanas estaba declarada. Antes de morir en Bolivia en 1967, el Che Guevara proclamó que estaba ahí para crear "varios Vietnam" en el centro de América Latina. Aunque Castro apoyó y financió partidos marxistas y movimientos guerrilleros en casi todo el continente, sólo logró un efímero éxito en el Chile de Allende y en la Nicaragua de los sandinistas. Su legado en América Latina es la destrucción de varias economías, la violencia y el terror.

En Cuba, Castro estableció una dictadura totalitaria, controlando hasta los más mínimos aspectos de la vida diaria de los cubanos. La lógica comunista fue aplicada de manera implacable no sólo a la producción, llevando el ingreso per cápita desde alrededor de 2.000 dólares antes de la Revolución a 1.000 dólares actualmente, sino también a todas las áreas de la sociedad. Decenas de miles de cubanos han arriesgado su vida intentando escapar, a través de un mar infestado de tiburones, a la sociedad libre de los Estados Unidos. Para muchos de ellos, se ha cumplido el aberrante slogan fidelista: "Socialismo o Muerte".

El Alcalde de Las Condes, Joaquín Lavín de la UDI, ha declarado su admiración por el "modelo cubano de salud" sosteniendo: "Estamos seguros que la medicina va por este camino. Cuba es eminencia en la materia y tiene uno de los mejores sistemas de salud" (Las Ultimas Noticias, 20 de Enero, 1999).

Así se confunde a muchos, y especialmente a los jóvenes. Es muy negativo que un dirigente de centroderecha no comprenda que el superficialmente atrayente modelo cubano de salud --como el de educación o turismo-- está construido sobre la miseria abyecta y la opresión que sufren los cubanos.

Hasta Corea del Norte es capaz de construir misiles de largo alcance, y quizás armas nucleares, lo que no permite recomendar el "modelo tecnológico" de esa nación comunista que, excepto en el campo armamentista, está en vía a la Edad de Piedra. Después de todo, la Unión Soviética exprimía de tal manera a sus ciudadanos que había alcanzado un poderío bélico equivalente al de EE.UU. Descorrido el velo totalitario, ahora sabemos que el PIB de Rusia es una pequeña fracción de aquel de EE.UU.

No es la primera "confusión" del alcalde Lavín sobre este tema. En una entrevista, declaró que era indiferente frente a la salud estatal o privada, "siempre que funcione". Una persona que pretende liderar no puede responder ante una consulta: "soy indiferente frente a un médico o un curandero, siempre que funcione...", por mucho que esa respuesta pueda convenir para subir transitoriamente en las encuestas que incluyen tanto a médicos como a curanderos.

Los partidarios de la sociedad libre no podemos declararnos indiferentes frente a la empresa, educación, salud, previsión, etc., estatal o privada. Por convicciones y experiencias, tenemos una clara preferencia por las soluciones privadas que respetan la libertad individual. Esas convicciones son las que debemos defender y promover, y esa es la base moral para participar en la actividad pública.

La buena noticia es que el diputado Julio Dittborn, también del partido UDI, no sólo ha sido un gran defensor del sistema privado de salud chileno, sino que apoya nuestra propuesta de mejorarlo introduciendo la opción de las Cuentas de Ahorro para la Salud (CAS). Cada trabajador, además de la opción de destinar el 7% de su remuneración a un seguro en una Isapre, podría ahorrar esa cantidad en una cuenta individual, de la cual pagaría sus gastos médicos y sólo estaría obligado a un seguro por enfermedades "catastróficas". La CAS amplía el rango de opciones, coloca incentivos correctos y permite ahorrar para las demandas de la salud en la vejez.

Por último, les haría bien a los admiradores de Cuba o de ciertos "modelos" cubanos reflexionar sobre estas palabras del ensayista Federico Jiménez Losantos:

"Un ex presidente latinoamericano ha declarado que Fidel Castro no es un problema para nadie. Se olvida la cuestión fundamental, que es el problema que Castro representa para los cubanos. Y no para los de Miami sino para los de la isla, que son los que se mueren de hambre, los que se tiran al mar en balsas que son aperitivos para los tiburones, los que guardan en su cuarto de baño a un cerdo al que previamente le han cortado las cuerdas vocales para que los vecinos no se enteren de la representación casera de Rebelión en la Granja, la obra del nunca suficientemente alabado George Orwell".

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