FREI, LA HORA DE LA VERDAD 

por José Piñera (24 de Julio, 2002).

Fue un mal Presidente de la República. Fue un gran Presidente del Senado. Entregó el gobierno al marxismo. Contribuyó a salvar a Chile del comunismo. Eran los tiempos de la Guerra Fría y de la Revolución Cubana, de la violencia política y del caos económico.

"El Acta Rivera" del 6 de julio de 1973 es un texto inédito hasta hoy, en que lo publico completo en mi sitio web. Este extraordinario documento histórico prueba que Eduardo Frei Montalva, para salvar a Chile de una inminente dictadura comunista, fue el principal impulsor de la remoción del Presidente Allende.

En este escrito, el abogado Rafael Rivera Sanhueza, presente en la reunión, describe, con el detalle de una novela de Proust, la cita que tuvo lugar ese día entre la directiva de la Sociedad de Fomento Fabril y el entonces Presidente del Senado, Eduardo Frei. En ella, la directiva de la organización empresarial chilena le plantea al líder de la oposición al gobierno de Allende que "el país estaba desintegrándose y que si no se adoptaban urgentes medidas rectificatorias fatalmente se caería en una cruenta dictadura marxista, a la cubana".

La respuesta del ex Presidente de la República Eduardo Frei es tan categórica como reveladora: "Nada puedo hacer yo, ni el Congreso ni ningún civil. Desgraciadamente, este problema sólo se arregla con fusiles... les aconsejo plantear crudamente sus aprensiones, las que comparto plenamente, a
los comandantes en Jefe de las Fuerzas Armadas, ojala hoy mismo".

Un mes y medio después la Cámara de Diputados aprobaría el histórico Acuerdo del 22 de Agosto de 1973 pidiéndole a las FF.AA. la remoción de Allende, y dos meses después las FF.AA. obedecerían a la Cámara y realizarían el pronunciamiento del 11 de Septiembre de 1973 para remover a Allende, el Presidente elegido democráticamente que cometió el crimen político de violar la Constitución para intentar establecer una dictadura marxista en Chile.

La campaña de falsificación acerca de las verdaderas causas del quiebre de la democracia chilena sostiene que lo que sucedió en Chile habría sido un típico golpe militar latinoamericano, gestionado por EE.UU., para derrocar a un presidente legítimo. Si así hubiera sido, el comportamiento de Frei sería absolutamente inexplicable. Algo no cuadra. O, como lo sostuvo injusta y violentamente Pablo Neruda en sus Memorias, "Frei tendrá que encarar algún día la responsabilidad del crimen", o la versión "oficial" sobre el gobierno de Allende es una gran mentira y, al proponer su remoción ya en Julio de 1973, Frei lo hacia para defender la democracia frente a la inminente dictadura allendista.

Aunque parezca paradojal, la peor hora de Frei fue aquella de su gobierno. Sobre su gestión presidencial el mismo Frei puso claramente la valla cuando en agosto de 1965 le dijo a Leonard Gross ("The Last, Best Hope", Random House, 1967): "Si mi gobierno falla, tendremos un gobierno de la extrema izquierda". Como en noviembre de 1970 Frei le entregó el gobierno a Salvador Allende, un marxista-leninista aliado al Partido Comunista chileno (el más stalinista de todo Occidente), es un hecho que fracasó como Presidente de la República.

A mi juicio, el gobierno de Frei Montalva cometió dos "pecados mortales". Primero, haber consentido la violencia política, y especialmente no haber reaccionado con vigor cuando el Partido Socialista de Allende se declaró partidario de la vía armada en su Congreso de Chillán en 1967. Segundo, haber violado el derecho de propiedad, fundamento de la libertad, al profundizar la Reforma Agraria aprobando la confiscación legal de las tierras a sus legítimos propietarios (via pago con bonos nominales pese a la alta inflación).

Sin embargo, tras su entrega del gobierno a Allende, y abrumado por la posibilidad de pasar a la Historia como el "Kerensky chileno" que le abre la puerta a una dictadura comunista, Frei crece en la desventura y el dolor, y decide jugarse para salvar a Chile de transformarse en una segunda Cuba. Un Chile comunista no sólo habría significado decenas o centenares de miles de muertos y el fin de todas las libertades quizás por varias décadas, sino que también habría apuntado, como una larga espada, al corazón de una vulnerable América Latina (la isla castrista, separada por el mar caribe de la masa continental, ha sido siempre una amenaza menor).

Para mí ese dramático 1973 fue la mejor hora de Frei. Y no deja de ser asombroso que en ese mismo 1973 muriera Jacques Maritain, el filósofo-político francés que tanto admiraba el fundador de la Democracia Cristiana. 

Cinco son, a mi juicio, los hitos fundamentales de este "momento estelar" de Eduardo Frei: 

1. Permanece en Chile, en circunstancias de que su ex ministro del Interior y heredero político Edmundo Pérez Zujovic es asesinado en 1971 por terroristas de izquierda y pese a estar convencido de que su propia vida corría alto peligro (en cambio, Alexander Kerensky escapa de San Petersburgo y muere en Nueva York escribiendo libros sobre cómo fue incapaz de evitar que una banda de audaces bolcheviques se tomara Rusia por la fuerza). 

2. Retorna a la arena política contingente, y se presenta en las elecciones parlamentarias de marzo de 1973 como candidato a senador por Santiago, acepta la presidencia del Senado, transformándose en el líder de mayor gravitación de la oposición al gobierno de la Unidad Popular. 

3. Promueve la intervención militar como legítimo recurso de rebelión de una sociedad, derecho reconocido por Santo Tomás de Aquino, ante la inminencia de una tiranía comunista, como lo comprueba la reunión descrita con la directiva de la Sofofa en el “Acta Rivera” (y es altamente probable de que deben haber habido varias otras reuniones similares, cuyos protagonistas han mantenido, hasta ahora, silencio). 

4. Impulsa el Acuerdo de la Cámara de Diputados del 22 de agosto de 1973 y, al lograr que fuera votado favorablemente por todos los diputados de su partido, contribuye de manera decisiva a otorgar la "partida de defunción" al gobierno devenido ilegítimo del Presidente Allende y la "partida de bautismo" al gobierno de reconstrucción nacional del Presidente Pinochet.

5. Defiende con valentía y fundados argumentos la rebelión cívico-militar que remueve a Allende, escribiendo dos documentos históricos claves: la carta abierta del 8.11.73 a Mariano Rumor, presidente de la DC Internacional, y el Prólogo del 1.8.74 (un año después del 11.9.73!) al libro "De la vía chilena a la vía insurreccional" de Genaro Arriagada.

Lamento que, más tarde, Eduardo Frei Montalva no haya sido totalmente coherente --incluso haya sido contradictorio en su singular intercambio epistolar con Bernardo Leighton de 1975-- acerca del rol fundamental que jugó en impulsar la remoción de Allende y así salvar Chile del comunismo. Quizá lo alienó la inexplicable y temprana hostilidad que le demostró la Junta militar, o lo maniataron las conveniencias de la lucha política contingente. 

En todo caso, por lo que hizo por Chile en 1973, por haber sido gran amigo de mi padre, por un inolvidable encuentro cuando yo era profesor universitario en Boston en 1974 en que fui su chofer, anfitrión y confidente, y pese a que fracasé en mis múltiples intentos en 1975 y 1976 por acercarlo al modelo de economía social de mercado que encabezaba entonces su ex colaborador Jorge Cauas, decidí ir a despedirlo en enero de 1982 y, como simple ciudadano, me senté solo a rezar por su alma inmortal en la última fila de la Catedral de Santiago. 

P.S. Aclaro que exploro nuestra historia reciente con la mejor de las intenciones, con amistad cívica para todos y enemistad con ninguno, en defensa de la verdad histórica, y porque para el futuro de Chile es importante que, más allá de sus errores y debilidades humanas y políticas, nuestros hombres públicos emblemáticos --como lo son tanto Eduardo Frei Montalva como Augusto Pinochet Ugarte-- tengan un juicio histórico veraz. Pues como dice el Evangelio, "la verdad nos hará libres", como individuos y como país.

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